jueves, 1 de diciembre de 2016

La entrada que nunca hubiera querido escribir.

Hace unos días se celebró la Maratón de Valencia, una Maratón que tenía en mente hace unos meses, me planteaba correrla tras acabar Sevilla con buenas sensaciones a pesar del mal año que llevaba con un cuadro de tendinopatía en los aquiles, pero los problemas volvieron tras la carrera por montaña de la Garganta de los Infiernos y en verano ya tuve que desechar la idea.
Me mantenía como podía, pero  prácticamente no recordaba esos momentos mágicos del pasado en los que podía correr sin ninguna molestia, casi tengo que echar mano a antiguas entradas del blog para recordarlos; está claro que no podía seguir así y mi cuerpo finalmente se plantó, me dijo que tenía que parar y me obligó a ello por las bravas.

Mi cuerpo debe ser bastante radical, así que sabiendo que tengo la cabeza bastante dura, la forma que escogió de hacer que parara fue drástica, sin medias tintas. En realidad esto ocurrió hace ya dos meses, esta entrada debería haberla escrito en esos días, pero entonces no estaba para escribir....en realidad no estaba ni para andar, solo la alegría que estoy teniendo estos últimos días notando bastante mejoría, el seguimiento a los conocidos que disputaron Valencia y Donosti y las ganas de felicitar a mi cuñado que se estrenó en ultratrail por la puerta grande me han dado el impulso que necesitaba para ponerme delante del teclado y reanimar el fallecido blog.

Sí, sé que todavía no he mencionado a la "bicha", la verdad es que me da cosa solo recordar el mal momento que pasé. Fue a finales de septiembre, por entonces parecía que iba recuperando la forma, el aquiles me dolía, pero subir las cuestas andando y trotar las bajadas me permitía cubrir diez o doce kilómetros sin problema, fue al acabar una de esas subidas andando a la Sierrilla cuando al empezar a trotar noté el hachazo por detrás en la parte baja del gemelo, y utilizo la palabra hachazo porque fue lo que literalmente noté, creí que me habían dado una pedrada por detrás, percibí el desgarro, como no pude gestionar el siguiente paso y caí, recuerdo el suplicio de volver a casa sin apenas poder apoyar la pierna y la inflamación en toda la zona.

En un principio creí que me había roto el sóleo, pero el diagnóstico posterior fue aún peor, rotura del tendón de aquiles en un 65-70%. Sé que el tratamiento de elección en estos casos es la cirugía, más aún si pretendía continuar con las mismas actividades deportivas, pero por desgracia en esta ocasión soy autónomo, con trato directo y personal a mis pacientes y clientes y entre preoperatorio, cirugía y postoperatorio no me puedo permitir estar tres o cuatro meses como mínimo de baja.

Han sido dos meses duros, de una semana sin poder conducir porque ni podía apretar el embrague, de tensoplast, antiinflamatorios y reposo en lo posible, de ver las estrellas si en un descuido apoyaba la punta del pie, de recaída por un tropezón en la calle en la que volví a notar el hachazo y vuelta a empezar, de no querer perder la forma totalmente haciendo flexiones, fondos y abdominales, de luchar contra los kilos que quieren venirse conmigo, de ver gente corriendo o trotando por la calle con envidia, de pensar en que probablemente me quedaré definitivamente con catorce maratones.

Ahora la cojera va remitiendo, noto el tendón endurecerse y los gemelos vuelven a parecer gemelos, ya tengo que empezar la rehabilitación y para Navidad espero poder coger un poco la bici y mirar con optimismo el nuevo año, al fin y al cabo correr es solamente una afición.  Y si no puedo correr rápido por la sierra, correré despacio, o trotaré por el parque, o caminaré, o pasearé.....ya os contaré.